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sábado, 31 de mayo de 2008

POLICIAS DE MEXICO MUEREN A MANOS DE LOS NARCOTRAFICANTES

The New York Times Syndicate - 5/28/2008 6:36 PM

CIUDAD DE MEXICO -- El asesinato fue un trabajo interno. Cuando el comandante, comisionado Edgar Millán Gómez, jefe en funciones de la policía federal, murió con ocho impactos de bala en el pecho el 8 de mayo, cundió un escalofrío en toda la fuerza porque se ha convertido, cada vez más, en un blanco.

CIUDAD DE MEXICO -- El asesinato fue un trabajo interno. El comandante de la policía federal mantenía en secreto su agenda, y dormía en un lugar diferente cada noche, no obstante, el asesino tenía las llaves del departamento del funcionario, y lo estaba esperando cuando llegó después de la medianoche.

Cuando el comandante, comisionado Edgar Millán Gómez, jefe en funciones de la policía federal, murió con ocho impactos de bala en el pecho el 8 de mayo, cundió un escalofrío en toda la fuerza porque se ha convertido, cada vez más, en un blanco.

La policía dice que el gatillero fue contratado por un policía federal descontento que trabajaba para un cártel de la droga en el estado de Sinaloa, y la naturaleza interna del asesinato subrayó la gran dificultad del presidente Felipe Calderón para mantener su promesa de limpiar la policía de la corrupción y terminar con la violencia relacionada con el narcotráfico que aflige a México.

Desde que asumió el cargo en diciembre de 2006, Calderón ha buscado reorganizar y profesionalizar la fuerza policial federal, usándola, junto con el ejército, para escenificar intervenciones enormes en ciudades y estados controlados alguna vez por los narcotraficantes.

El resultado ha sido un caos: una guerra callejera en la que ningún blanco ha sido demasiado grande, ni ningún ataque demasiado descarado para las bandas.

Políticos de oposición, e, incluso, funcionarios policiales han empezado a cuestionar si la ambición del Presidente no ha excedido su control, lo que ha tenido consecuencias peligrosas y desestabilizadoras para un país que comparte una frontera de 3,200 kilómetros con Estados Unidos. Funcionarios del gobierno de Bush han dicho que los esfuerzos de Calderón podrían fracasar totalmente a menos que el Congreso estadounidense apruebe un paquete para equipo y entrenamiento de 1.4 mil millones de dólares durante tres años para la policía de México.

En la Ciudad de México, han matado a tiros a altos funcionarios de seguridad que se pensaba eran intocables, cuatro de ellos tan solo en el último mes. Los narcotraficantes asesinaron otros siete policías federales este año en represalia por la confiscación de drogas en ciudades fronterizas. Otros han muerto en tiroteos.

Desde que Calderón tomó posesión de la presidencia, los narcotraficantes también han asesinado al menos 170 policías locales, entre ellos, al menos una veintena de comandantes municipales. Se cree que algunos eran policías corruptos que se habían vendido a las bandas y que gánsteres rivales los asesinaron, dicen los investigadores. A otros, los mataron por hacer su trabajo.

El Presidente ha prometido mantener el rumbo, y ha descrito la violencia entre grupos y los ataques contra la policía como un signo de éxito más que de fracaso. El gobierno ha aplastado los cárteles, dice, provocando una guerra entre las distintas facciones que quedaron. El asesinato de Millán, expresó, marcó "un acto desesperado para debilitar a la policía federal".

"Lo que significa es un estrategia de algunas organizaciones criminales que buscan aterrorizar a la sociedad y paralizar al gobierno", dijo la semana pasada. "La pregunta es si debemos perseverar y seguir adelante o simplemente escondernos en nuestras oficinas y bajar la cabeza. No hay forma de que el gobierno mexicano retroceda en esta lucha".

La violencia entre los cárteles de la droga que Calderón ha buscado terminar sólo ha empeorado en el último año y medio. El número de víctimas dio un salto de 47 por ciento este año llegando a 1,378 hasta ahora, dicen fiscales. En total, han sido 4,125 personas las que han resultado muertas por la violencia del narcotráfico desde que Calderón llegó a la presidencia.

Sin embargo, la señal constante de los asesinatos de policías ha impactado más en la Ciudad de México. Por ejemplo, el miércoles, se encontraron muertos el subcomandante de la policía del estado de Morelos y su chofer en el maletero de un coche. Un letrero advertía contra unirse al Cártel de Sinaloa.

Han renunciado varios aterrados jefes de las policías locales, el más reciente, Guillermo Prieto, de Ciudad Juárez, quien lo hizo la semana pasada después de que asesinaron a su subcomandante unos cuantos días antes.

"No sólo está sucediendo en Ciudad Juárez", dijo el alcalde José Reyes Ferriz en el funeral de su subcomandante, Juan Antonio Román García. "Está pasando en Nuevo Laredo, Tijuana, en toda esta región. Están atacando comandantes de alta jerarquía para desestabilizar la policía".

Una razón para el incremento en la violencia es que Calderón y Genaro García Luna, su secretario de seguridad pública, han desbaratado los acuerdos de tiempo atrás entre la policía y los narcotraficantes en cada nivel de gobierno, dijeron varios expertos en crimen de México.

El año pasado, García Luna removió 284 comandantes de la policía federal en todo el país, y los reemplazó con oficiales que él mismo seleccionó, muchos que no eran de la fuerza, entrenados en una academia nueva, y examinados rigurosamente buscando signos de corrupción.

También reestructuró el departamento, degradó docenas de oficiales de carrera y colocó en el mando gente en la que confía, un círculo reducido de personas ajenas a las corporaciones, altamente instruida, la mayoría con antecedentes en el ejército o en el servicio de espionaje de México.

Gran parte de estos comandantes también sirvió bajo García Luna en el gobierno anterior del ex presidente Vicente Fox, en la Agencia Federal de Investigaciones o AFI, una fuerza de élite integrada bajo el modelo de la FBI.

La Agencia produjo resultados. El gobierno de Fox detuvo varios de los peces gordos más notorios del narcotráfico del país, como Osiel Cárdenas, líder del Cártel del Golfo, y Benjamín Arellano Félix, quien controlaba Tijuana. Las detenciones provocaron revuelo dentro de las organizaciones, así como guerras territoriales entre ellas.

Cuando asumió el cargo, Calderón fusionó la agencia de investigaciones con la fuerza policial federal existente, y puso a cargo a García Luna. En los últimos 18 meses, la nueva fuerza ha reclutado muchísimos estudiantes universitarios y ex soldados. El gobierno aumentó el salario inicial de los oficiales y mejoró en gran medida el entrenamiento.

Sin embargo, incluso con cerca de tres mil reclutas nuevos, el gobierno de Calderón aún tiene que purgar la fuerza de miles de oficiales de carrera enraizados en la antigua fuerza, plagada por la corrupción. Muchos de estos policías tienen lealtades dudosas, y han hecho dinero con los sobornos, en especial los asignados a carreteras, puertos y aeropuertos, según criminólogos y oficiales de la policía.

"Entrenar estas personas y sacarlas a las calles se va a llevar al menos un par de años", dijo Bruce Bagley, un catedrático de la Universidad de Miami, quien ha investigado el narcotráfico en toda América Latina. "Lo cual deja gran parte del núcleo podrido de la policía aún en su lugar".

Al mismo tiempo, Calderón y su predecesor han desmantelado en gran medida el aparato de seguridad del Estado que por décadas tuvo un control de hierro sobre México, cuando estuvo gobernado por un solo partido, el Partido Revolucionario Institucional. Se ha despojado de su amplia red de informantes a la dependencia de inteligencia y a la Secretaría de Gobernación.

Como resultado, dicen algunos críticos, la nueva fuerza policial federal no sólo carece de la inteligencia que alguna vez tuvo, sino está llena de policías y comandantes descontentos, que han perdido sus cargos o, en algunos casos, sus fuentes de sobornos.

Uno de ellos fue José Antonio Martín Montes Garfias, el hombre al que los investigadores acusan de contratar un asesino para matar al comisionado Millán. Montes Garfias trabajó por mucho tiempo en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México, uno de los principales puntos de entrada de la cocaína y las sustancias químicas utilizadas en la fabricación de metanfetaminas, y se sospechaba que protegía embarques del Cártel de Sinaloa. Millán hizo que lo transfirieran.

La policía también dice que Montes Garfias tuvo qué ver en el asesinato de Roberto Velasco Bravo, el jefe de la división de crimen organizado del departamento de seguridad pública, perpetrado el 1 de mayo. Cuando lo detuvieron, Montes Garfias tenía en su poder documentos de varios coches que usaban otros oficiales de alto rango de la policía federal, en los que aparecían nombres, números de placas de circulación y modelos.

Los fiscales dicen que policías corruptos pasaron información a los gatilleros que asesinaron a Omar Ramírez, un comandante de alto rango de la AFI, en septiembre pasado cuando conducía por una calle muy transitada en el centro de la Ciudad de México. Ramírez había salido de su oficina para asistir a una reunión urgente a una hora inusual, y, no obstante, los gatilleros conocían la ruta que seguiría. Los fiscales dicen que lo mataron porque estaba avanzando demasiado en la investigación del Cártel del Golfo.

No obstante, algunos comandantes de la policía dicen que policías corruptos son un problema menor en comparación con la falta de información sobre los narcotraficantes. También se quejan de que las unidades de inteligencia del ejército y la policía no comparten información mientras no estén a punto de llevar a cabo una redada, ya que existe el temor de filtraciones.

El comisionado Javier Herrera Valles supervisó las acciones ordenadas por Calderón para restablecer el orden en varios estados durante 10 meses, hasta que lo degradaron en febrero pasado por criticar abiertamente las operaciones en una carta enviada al Presidente.

Herrera sostiene que la policía federal está actuando con base en pedacitos de informaciones, como datos que proporcionan personas en llamadas anónimas. Tienen muy poca evidencia contundente de los policías encubiertos, de la intervención de teléfonos o de la vigilancia. Las operaciones consisten en detener camiones en los retenes y en patrullajes interminables por los barrios, explicó.

"No tienen una buena recopilación de inteligencia", dijo en una entrevista. "Patrullábamos sin ninguna dirección. Ibamos en círculos, nada más".

Calderón y sus altos funcionarios de seguridad no están de acuerdo. Señalan que el gobierno ha confiscado cantidades récord de cocaína, marihuana y armas en el último año y medio. También han detenido veintenas de personas presuntamente asesinos a sueldo de los cárteles, junto con un puñado de narcotraficantes de alto nivel.

COMENTARIO DEL BLOG:

Existen muchos absurdos en la que acontecio, ¿Cómo puede ser posible que un mando de la envergadura de Millan, fuese acompañado por solo dos personas como escolta?; es digno de resaltar las condiciones donde se dio el atentado al jefe policaco, de noche, en su casa, o en el pasillo de esa vecindad, con solo dos escoltas, a una hora que solo alguien que diera seguimiento puntual de las actividades del Jefe Millan pudiese saber e incluso saber de quienes se acompañaba y la capacidad de respuesta en fuego real de la escolta y el Comisario.

La penetración del narco es real e inminente, así como que ahora el Cuerpo Federal de Policía esta sin cabeza operativa real, por tanto tenemos una "tropa" desmoralizda (¡imaginate, si eso le paso al Jefe Millan que no puede pasarle a un policía de bajo rango!); mal pagados, y con mas enemigos dentro de la propia institución, donde bajo la premisa de un supuesto limpiamiento el actual Secretario dio de baja (en muchos casos sin cumplir con los requisitos de procedibilidad administrativa, según se leé por denuncia de los dados de baja), a cientos de elementos que venian de la antigua y prestigiada Policía Federal de Caminos.

Así es pues que ahora que la guerra es mas dura salen a relusir las debilidades de la Policía Federal, que por falta de parque sucumbio en un ataque en Sinaloa.

Mientras el burocratismo le siga dando vueltas y embudos al presupuesto, ni el Plan Merida será oxigeno para las fuerzas policias federales, y de paso la fallida integración de la AFI será otra piedra en el zapato, menos pensar en unificar a los agentes del INM o la Fiscal Federal...

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